Les dejo un abrazo y mis saludos y l@s invito a leer estas palabras. El relato que leerán a continuación corresponde a una lectura que realicé a viva voz, como intervención en la manifestación "Vivas nos queremos", con el motivo de alzar nuestras voces para visibilizar la violencia que cada día sufrimos las mujeres en Chile y en el mundo.
Esta lectura la hice ayer miércoles 19 de octubre, en la Plaza de Armas de Melipilla, comuna que me vio crecer y en la que vivo, escribo y lucho actualmente. Debo decirlo: esta fue una de las lecturas más dolorosas que he realizado en mi camino de escritora, pero también de las más necesarias. Esta vez era mi voz, no la de un@ de mis personajes narradores (as) contando una historia de ficción.
La energía y las emociones vividas aún las tengo en mis sentidos. Ver a tanta gente reunida me dio esperanza para seguir luchando por esta causa. Agradezco a todas las personas que asistieron y a quienes, después de la lectura, me abrazaron y me acompañaron, en medio de algunas inevitables lágrimas, en nombre de las que hoy ya no nos acompañan.
"Por eso voy a contarlo"
" Podría leer ante ustedes una
historia bonita, de esas que tienen un final feliz y donde todos sus personajes
son buenos. Podría leerles uno de mis relatos de ficción, mentirles, llevarlos
por un momento a un cuento fantástico, pero no lo voy a hacer.
A quienes hoy me están
escuchando, quiero contarles una historia. Me gustaría que fuese solo un
invento, pero no lo es. Especialmente, a esos que nos llaman “exageradas”
cuando alzamos la voz ante el maltrato. A esos que ocultan su machismo detrás
de una máscara sonriente, porque tienen intereses que cuidar o porque aspiran a
tener más poder del que ya tienen. A esos que justifican la violencia hacia
nosotras, a quienes la normalizan y a los que además, se burlan de nuestra
lucha, llamándonos “feminazis”. A esos que se sienten amenazados cuando les
hablamos de violencia de género, porque les aterra la idea de perder sus privilegios.
Les quiero contar que vivo en
un país donde no puedo hacer algo tan simple como caminar tranquila por la
calle. No puedo, porque mi cuerpo, aunque no quiera, es de dominio público y me
arriesgo a que cualquier macho se sienta con el derecho de acosarme, ya sea
desde una palabra asquerosa hasta una violación o la muerte misma.
Vivo en un país donde las
leyes no consideran todos los casos de violencia de género, en el que muchos se
atreven a decir que la mujer es responsable del maltrato que recibe, ya sea en
espacios públicos o privados.
En nuestro país, el número de
femicidios sigue creciendo. En este listado, también podemos encontrar a
mujeres melipillanas. Hoy, alzo estas palabras en nombre de cada una, porque
ellas ya no pueden hacerlo. Hablo desde el dolor y desde la rabia, hablo desde
la memoria que pide a gritos justicia y que no las olvidemos. Hablo por las que
hoy no están, hablo por las que estamos y que seguimos luchando. Hablo por las
que vendrán.
Quiero que llegue el día en
que todas las mujeres de Chile y el mundo podamos andar tranquilas por la
calle, recibiendo el respeto que merecemos. Que llegue el día en que ninguna
más sea víctima de su pareja o de cualquier hombre “por el hecho de ser mujer”.
Mientras tanto, mis palabras seguirán golpeando y llenando espacios, contando
esta historia de violencia que lamentablemente se sigue escribiendo y que
muchos aún se niegan a escuchar."
“Yo no quiero que esto quede
en el olvido, por eso voy a contarlo.”
#NiUnaMenos