Ya se va el 2019 y como país, nos
guste o no, caer en la idea de un balance es prácticamente inevitable y, a
decir verdad, creo que este año se hace totalmente necesario, más aún si nos
situamos en el contexto social que permanece palpitante, lleno de justificada
rabia y también, de convicciones.
Y así como podríamos estar horas
hablando y escribiendo de todo lo que ha implicado la revolución del 18 de
octubre, junto a ella también al arte y sus distintas expresiones nos han
estado acompañando desde siempre y este año no ha sido la excepción. Dentro de
todas estas expresiones, el cine ha estado presente como fiel reflejo y
exponente de nuestro sentir como sociedad y, aunque no siempre se trate de
películas nacionales, hay temáticas que sin duda alguna resultan ser
transversales, traspasando países, culturas y épocas. Un ejemplo de ello ha
sido la aclamada e inolvidable película “Joker”, más conocida como “Guasón” en
este lugar del mundo. ¿Y qué tiene que ver este icónico personaje con nuestro
contexto y todo lo que ha pasado? Podría ser, posiblemente, una pregunta
inicial.
Arthur Fleck, quien es
magistralmente interpretado por el actor Joaquin Phoenix, es un hombre como
tantos en medio de una sociedad que transcurre sin pausa ni reflexión. Al ir
conociendo su historia, se puede apreciar que habita un espacio sombrío, muy
lejano al sector privilegiado, donde el tedio y la miseria son evidentes. A
diario, lucha por su sueño de ser comediante, realizando trabajos en los que la
paga es escasa y el trato, indigno. Sin embargo, continúa. A pesar de los
dolores y la violencia recibida de distintas formas, pero no lo hace solo.
Arthur debe ir por sus medicamentos para tratar de batallar en un sistema
cruel, donde vivir con problemas de salud mental es mucho más azaroso. ¿Acaso
no les parece conocido este conjunto de situaciones?
Junto con lo anterior, y tras un
cúmulo de hechos que se van desarrollando durante la historia, Arthur sostiene
una gran admiración hacia Murray, quien es todo un ídolo para él. Este, más
tarde, será uno de los que abiertamente se burlará de su desgracia y de sus
fallidos intentos por lograr ser comediante. Sin embargo, esto no se detiene
aquí. El Guasón rompe el silencio la noche en que es invitado al programa
televisivo de Murray, al declarar que mató a tres hombres que inicialmente lo
atacaron. Esto genera un revuelo que, no obstante, se pone en jaque ante el
cuestionamiento mismo de Arthur: si el asesinado hubiese sido un hombre como
él, un invisibilizado y olvidado por la sociedad, hubiese dado lo mismo y ni
los medios de comunicación ni las autoridades hubiesen repudiado lo ocurrido,
tampoco hubiesen alzado la voz por él, un tipo marginado, sin influencias
políticas ni económicas. Entonces, el Guasón deja abiertamente planteada las
interrogantes: ¿hasta dónde llegan la moral y los valores que nos impone el
sistema?, ¿por qué la muerte de hombres privilegiados tendría que lamentarse
más que la de aquellos que han sido ignorados desde siempre, al estar
condenados a la marginalidad y no poder salir de este círculo?
Mientras el Guasón es exhibido y
humillado ante las luces televisivas, las calles de la ciudad se levantan y
arden entre el fuego y el descontento de las personas, que se manifiestan y han
hecho de los rostros del payaso todo un símbolo de lucha. ¿Y qué esperaban los
poderosos después de tanta indolencia frente a su propio pueblo? Es por eso que
también Arthur resulta una amenaza, al cuestionar los hilos que manejan esta
sociedad.
Recordemos que esta película fue
estrenada un par de semanas antes de que el actual movimiento social surgiera
en Chile. Incluso he escuchado a más de alguien que ha planteado la idea de que
esta obra de arte también fue influyente al encender esta revolución.
Hace unos días estuve
compartiendo con mis compañeros del curso de Teatro y uno de ellos contó que el
día que fue a ver “Guasón”, al salir del cine, se encontró con una
manifestación. “En realidad, sentí como si nunca hubiese salido de la película”
nos dijo.
¿Acaso después de todo esto se
puede negar el vínculo entre el Joker y lo que hoy estamos viviendo como país?
Quienes no tenemos el poder político ni económico y que somos violentados por
alzar la voz ante la desigualdad, somos Arthur. Quienes no formamos parte de la
élite, que somos parte de un pueblo invisible e ignorado, somos como él.
Quienes hemos vivido humillaciones en nuestros trabajos, quienes terminamos
acudiendo a medicamentos para sobrevivir en este sistema enfermo y que nos
enferma, somos el Guasón. Porque, al final, los que dirigen repudiable y
mediocremente este país nos lastimaron tanto, se burlaron tanto de nosotros(as)
y los sueños que, pese a todo seguimos llevando, que hicieron de esta
revolución un grito que permanece con el paso de los días y que no piensa
decaer.
Durante tantos años nos hicieron ver al Guasón como un villano, cuando
en realidad es uno de nosotros y nosotras. Nos quisieron hacer creer eso,
porque es un personaje que cuestiona el orden establecido y lo desafía a través
de palabras y acciones. Arthur es parte de los oprimidos y no se queda quieto
ni callado ante esta realidad, por eso, resulta ser una amenaza y lo más
estratégico para los opresores es ponerlo a él como el villano. Tal y como nos
sigue sucediendo en Chile.