Nuevamente, nos
encontramos frente a un nuevo Día Internacional de la Mujer. Desde que tengo
memoria, he podido apreciar que su verdadero significado se ha moldeado a
voluntad de quienes ven en esta fecha un motivo de consumo y de pura
celebración. Sin embargo, a muchos se les ha olvidado lo que realmente se
conmemora este día. (Sí, se conmemora y no se celebra) Este 8 de marzo se
recuerda a todas esas mujeres que quedaron marcadas en la historia al luchar
por aquellos derechos que les fueron tanto tiempo negados, incluso hasta dar
sus vidas por lograrlo.
Es cierto que
con el paso de los años y una lucha constante y muy ardua, se han ido
alcanzando derechos que históricamente para nosotras alguna vez fueron
inexistentes. Sin embargo, esto no ha terminado. “¿Por qué?”, seguramente, se
preguntarán algunos.
Actualmente, las
mujeres seguimos siendo las más vulneradas en un sistema que sigue siendo
patriarcal. En otras ocasiones, cuando he planteado esta idea, han sido hombres
los que se han alterado ante esta afirmación. Evidentemente, no se trata de
todos, pero hay varios que no soportan que la violencia de género se haga
visible. Esto lo manifiestan de distintas formas, ya sea mediante burlas o una
molestia que les cuesta contener. ¿A qué se deberán estas reacciones? Creo que
algunos no soportan que se cuestionen sus privilegios. Ya comprenderán a qué me
refiero.
Son bastantes
los que este 8 de marzo llenarán las redes sociales con mensajes de “¡Feliz Día
de la Mujer!” o saludarán cariñosamente a las mujeres que los rodean, incluso
les harán regalos. Ante esto, yo me pregunto si de verdad sirve que reconozcan
el rol y el valor de las mujeres una vez al año, cuando son muchos quienes
durante lo que queda de calendario promueven o son cómplices de la violencia de
género, esa que a nosotras nos subordina de distintas maneras.
Aprovechando que
esta es una fecha que invita a la memoria y a la reflexión, quiero hacer
mención a aquella violencia anteriormente referida. No existe solo un tipo de
esta, sino que son muchas. Usualmente, se condena a nivel social la violencia
física hacia las mujeres, desde los golpes hasta los femicidios. ¿Y qué pasa
con aquellas acciones que cotidianamente nos afectan y para muchas personas
pasan desapercibidas? Por ejemplo, la violencia psicológica al no dejar huellas
pareciera que es invisible socialmente.
Continuaré señalando que también estos actos violentos se encuentran en planos
como el laboral, sexual, económico, obstétrico y simbólico. Como se puede
apreciar, es una lista de aspectos presentes en nuestras vidas en los que
muchas veces el miedo nos invade, nos paraliza y nos derrumba, llegando al
punto de hacernos creer que nosotras somos las culpables de que nos vulneren.
En el último
tiempo ha salido a la palestra la evidente existencia del Acoso Sexual
Callejero. Quienes lo hemos vivido sabemos bien que es una realidad y en su
gran mayoría nos afecta a nosotras. Ante esto, muchos hacen comentarios tan
desacertados como: “Eres una exagerada.”, “Es tu culpa, porque te vistes muy
provocativa”, “Deberías estar agradecida porque te encuentran rica”, “¿Y por
qué los hombres no podemos tener libertad de expresión y decirles los piropos
que queramos?”. Así, el listado suma y sigue, tristemente, mientras algo tan
cotidiano como salir a la calle puede resultar una situación que nos llena de
temor, porque no tenemos esa tranquilidad y respeto que no tendríamos por qué
exigir en campañas o diversas manifestaciones.
A las mujeres
que me hayan leído, mi más profundo respeto y admiración. Esta fecha es mucho
más que un “Feliz Día”, por lo que debemos seguir luchando juntas. Muchas veces
nos han hecho creer que debemos competir, que entre nosotras somos rivales,
pero no es cierto. Queda camino por andar y construir. La lucha del diario
vivir está presente y debemos continuarla en nombre de tantas mujeres que
incluso dieron sus vidas por querer un mundo más justo, en el que mujeres y
hombres seamos compañeros y ninguno sea superior al otro. Eso es lo que quiere
el feminismo, concepto tan temido y rechazado por muchos que lo desconocen.
A los hombres
que hayan llegado hasta estas letras, recordarles que no hace falta colmarnos con
saludos ni regalos este 8 de marzo, que lo más importante es que nos respeten
por ser personas tal como ustedes. Parece algo muy elemental, pero están los
que hasta hoy nos cosifican y nos ven como territorio de conquista, como una
pertenencia más. Ustedes a lo largo de la historia han sido la voz predominante
en la esfera pública. Hagan el cambio desde esos espacios en los que se
desenvuelven.
A ustedes no los matan,
golpean ni violan “por el hecho de ser hombres”, no reciben un salario más bajo
por hacer el mismo trabajo de una mujer. Tampoco son las principales víctimas
del Acoso Sexual Callejero y las isapres no les cobran más porque son hombres.
¿Acaso todo lo anterior no los inquieta? Cuestionen esto e indígnense ante esta injusticia
también. Expreso estas palabras desde la tristeza de tener que ver que aún
falta tanto para que esta sociedad sea igual y equitativa para mujeres y
hombres, pero desde las ganas de seguir adelante en conjunto para lograrlo, a
través de palabras y acciones.
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