jueves, 29 de diciembre de 2016

Sobre la historia que muchos no soportan escuchar: Historia Secreta de Chile 2


Si hay algo más que sabido es que nunca vamos a darle en el gusto a todo el mundo. Esto último lo he aprendido aún más claramente, desde que comencé a trabajar con las palabras. Y si de palabras y narraciones hablamos, hay alguien que sabe esto muy bien: me refiero al autor del libro que hoy comentaré.

Voy a volver a lo que he dicho en otras ocasiones y que para algunos puede ser una majadería: no soy parte de ese grupo de insoportables que se hacen llamar “críticos literarios” y que desde su pedestal destruyen a sus compañeros escritores cada vez que pueden. No soy esa clase de basura y lo recuerdo siempre, en caso de que lleguen lectores nuevos(as) hasta este espacio.

Ok, sigamos. Aunque el libro que hoy me lleva a escribir fue publicado hace meses, no podría terminar el año sin contar cómo fue para mí esta lectura. Se trata de “Historia Secreta de Chile 2”. Personalmente, puedo decir que soy lectora de Jorge Baradit desde antes de que causara tanto revuelvo con sus dos libros de “Historia Secreta de Chile”. Recuerdo que supe de él y su obra en un taller literario en el que participé en Balmaceda Arte Joven. El profe que impartía el taller (hoy amigo y colega escritor) nos habló de la novela “Synco”. Me acuerdo que desde esa ocasión me llamó la atención esa propuesta de unir uno de los episodios más cruentos de nuestra historia nacional con la ciencia ficción. Después vino “Lluscuma” y así.

Mis disculpas si me disperso, pero en el caso puntual de los dos libros correspondientes a “Historia Secreta…” hay mucho que comentar. Y es que la temática y los personajes tratados en ambas obras traspasan las páginas y la lectura. Se trata de acontecimientos que son parte de nuestro relato como país, pero que pocos se han atrevido a poner sobre la mesa. ¿Y por qué tanto alboroto ante la afirmación de que, efectivamente, existe una historia de Chile que no se narra abiertamente? Cuando Baradit publicó estos libros, distintos personajes de nuestro presente salieron a expresar su bronca, entre ellos, historiadores. Según mi percepción (me hago cargo de ella), se trata de ese sentimiento que surge cuando sientes que tu pedestal privilegiado se ve ¿“amenazado”? Me imagino, porque, al menos yo, nunca me he sentido posesionada desde un rol así. ¿Tanto podría molestarles a esos intelectuales que aquel relato desconocido de nuestra historia se masificara entre muchos lectores y lectoras? Pareciera que sí, pues se nota que sintieron que este escritor se estaba metiendo en un territorio que “no le correspondía”, seguramente. Y no. La bronca a Baradit no se detuvo aquí, ya que ciertos exponentes del pensamiento conservador de Chile no soportaron ver la imagen de sus “héroes” tan expuesta. Los mismos que reventarían al escuchar que nuestra Alameda en Santiago debería llevar el nombre de José de San Martín y Matorras en lugar de Bernardo O’ Higgins. ¡No, olvídenlo! Para ellos sería un atentado a su espíritu nacionalista.

Son varios los relatos que aparecen en “Historia de Chile 2” y sé que si me detuviera a comentar cada uno, este escrito se extendería más todavía. Voy a referirme a algunos. Así, de paso, quienes aún no han leído el libro podrán encontrarse con más sorpresas.

Quiero partir con un episodio que tuve la oportunidad de conocer más profundamente en mi época universitaria en el Pedagógico. Se trata de la Masacre del Seguro Obrero, un acontecimiento que en nuestra historia ha pasado desapercibido muchas veces. Asumo que yo no tenía idea de esto y recién supe de dicha masacre en una clase de Literatura Chilena, mientras el profesor nos hablaba de la obra del escritor Carlos Droguett. Fue gracias a algunos libros de este narrador, quien también fue amigo y compañero de algunos jóvenes asesinados, que pude acceder a más información. Tanto llegó a marcarme la obra de Droguett y el hecho de la masacre, que decidí hacer mi tesis sobre esto, para optar a mi título de profesora de Castellano el año 2014. Sentí que rescatar la literatura de Droguett y el episodio del Seguro Obrero se convertía en una necesidad histórico – literaria y  para mí se volvió una misión que estuve dispuesta a asumir. Nótese que no comparto la ideología que llevó a estos muchachos a realizar un intento golpista que terminó con la mayoría de ellos asesinados. Ellos no eran “nazis”, sino nacistas, pertenecientes al Movimiento Nacional Socialista de Chile y, efectivamente, se inspiraron en el nazismo alemán desde ideas como el concepto de lo nacional o de la economía, por ejemplo, pero también discrepaban en lo correspondiente a lo racial. De todos modos, comparto mi impacto al saber que en 1938 hubo una masacre dirigida a un grupo de jóvenes que durante mucho tiempo permaneció en silencio, si hablamos desde la historia que nos han enseñado institucionalmente. Cuando yo era escolar jamás vi en un libro de Historia que se hablara de este hecho. Algunos años más tarde, en otro libro de Historia que tenía mi hermana menor, encontré un par de párrafos breves que mencionaba lo ocurrido.  Parece mentira que lo que, en ese entonces, era el Seguro Obrero, lugar que quedó lleno de sangre, muertes y bestialidades, hoy sea el actual edificio del Ministerio de Justicia. Las veces que he pasado por ahí, la sensación es estremecedora.

Otro aspecto que quiero rescatar se encuentra en dos capítulos diferentes, pero que tienen importantes puntos en común: niños, cerros, sacrificios. Se trata de épocas y culturas diferentes, pero los hilos conductores son similares. En un capítulo se menciona el sacrificio de un niño en 1960 en Puerto Saavedra. ¿El motivo? Entregarlo como ofrenda a sus dioses para que el cataclismo que estaba remeciendo al pueblo se detuviera. Según la machi que llevó a cabo esto, cuenta el relato “para un gran mal se emplea un remedio muy grande” y sacrificar un animal, en este caso, era muy poca cosa. Por otra parte, se presenta la historia de otro niño, esta vez, en el contexto incaico. Fue el elegido para algo… importante. Otra vez, la imagen de una infancia que se vuelve todo un simbolismo. Otra vez, los sacrificios y el significado que tenían para estas culturas. ¿Y qué importancia tienen estos hechos para nosotros en la actualidad? Esa  reflexión queda en cada lector.

Podría seguir escribiendo sobre cada capítulo leído, pero entiendo que esto se extendería aún más. Podría contarles acerca de las brutalidades que se cometieron en contra de los selk’ nam, a través de la existencia de zoológicos humanos. ¿Y por qué la historia oficial no nos muestra esto? ¿Qué creen ustedes?
También podría recordarles algo que ya considero sabido y que me recuerda mis días de universitaria. Con algo de vergüenza puedo decir que solo en ese entonces supe que Pinochet no fue el líder del golpe de estado de 1973, ya que en el colegio jamás me lo dijeron (Y eso que tuve a dos profesores de Historia admirables)

Sin embargo, no puedo concluir este escrito sin detenerme en un capítulo desgarrador. Se trata de “La niña de Portales” y es uno de los que más se quedó en mi memoria. En medio de varios relatos donde predomina la presencia de hombres, este capítulo deja una huella para no olvidar. Aquí se rescata la historia de una mujer oprimida, violentada de distintas maneras y que, tal como dice el nombre, se nos presenta como “la niña de…” porque tristemente eso fue. Una de las tantas mujeres cosificadas en nuestra historia, ignorada y que hoy regresa en este libro para mostrarnos la miseria humana que existe de parte de distintos personajes opresores. Aquí se muestra a Portales desde una faceta silenciada, que para muchos resulta insoportable de escuchar o leer, porque no toleran que se desprestigie así a ese que hasta hoy consideran todo un héroe. Y no olvidemos que, en la actualidad, Portales sigue teniendo un espacio destacado, siendo un hombre admirable para varios y que sigue teniendo tribuna en los libros de esa historia impuesta que nos enseñan y en instituciones que llevan su nombre. ¿Y qué pasó con Constanza Nordenflycht, la llamada “niña de Portales”? Solo diré que no se trata de la primera ni de la última mujer que ha creído en el tan nocivo amor romántico, ese que incluso en nuestros tiempos nos quiere hacer creer que necesitamos y dependemos de un hombre que nos rescate y nos dé la felicidad que no podemos vivir por nosotras mismas. Ese amor romántico que, sin exagerar, nos puede terminar matando.

Ya casi terminando, vuelvo a destacar la valentía que ha tenido Baradit al rescatar aquellos episodios de los que hemos quedado ajenos como sociedad. Sé que puedo estar cayendo en mi subjetividad de lectora, pero eso creo. Este autor se aventuró a entrar a un terreno que, aunque a algunos les moleste leerlo, les pertenece solo a algunos privilegiados. A esos que nos cuentan la historia que ellos quieren que sepamos desde la imposición, donde los protagonistas son aquellos personajes heroicos a los que hasta hoy se les rinden honores. Distintos historiadores e integrantes de la clase conservadora de Chile se han ido en contra de Jorge Baradit porque, claramente, se han sentido amenazados desde ese pedestal de privilegios del que ya he hecho mención. ¿Por qué? Porque, aunque no lo digan explícitamente, lo demuestran. A ellos no les conviene que se cuente esta Historia Secreta, pues eso da lugar a que se genere una visión crítica en la sociedad chilena. Una visión que a ellos los desmorona de a poco, al verse expuestos y cuestionados.

Al final, me queda expresar un punto que me parece más que necesario: dentro de esta Historia Secreta hay otros relatos y personajes que aún permanecen pendientes, creo yo. ¿Dónde están aquellos grupos que durante años han estado y siguen estando invisibilizados y menospreciados?, ¿qué ocurre con la opresión y las luchas que históricamente han dado los y las indígenas, homosexuales y mujeres? Confieso que algo leí en un diario nacional y, al parecer, el autor no ha quedado indiferente a esto. Es más, se me hace inevitable no referirme a la temática de género en especial, al hablar de historia. Sobre todo porque, tal como ya he dicho, la historia que nos imponen desde la educación tradicional ha sido enfocada principalmente en torno esos hombres blancos, heterosexuales y dominantes. 
Ojalá que si, efectivamente, existe una tercera parte de Historia Secreta de Chile el autor se refiera a estos personajes marginados, pero que han tenido un valor que lamentablemente hoy se desconoce.

Me hubiese gustado escribir todo esto mucho antes, a pesar de que esta segunda parte se estrenó este 2016. Sin embargo, dicen que nunca es tarde, así que siempre va a ser tiempo para ser parte de este conjunto de relatos que desde el poder han querido ocultarnos como país. Y aunque los defensores de la historia tradicional e impuesta griten, revienten y ataquen, ya es tarde. Existe una Historia Secreta de Chile y este autor, a través de su narrativa, ha logrado masificarla y remecer a muchos lectores (y sectores). Mientras tanto, no queda más que esperar a que esto se convierta en una trilogía. Estaré pendiente desde mi rol de lectora.





jueves, 15 de diciembre de 2016

Somos nosotras (Palabras del 25 de noviembre)


Las palabras que leerán a continuación fueron escritas para el 25 de noviembre de este año, por motivo del Día Internacional de la Eliminación de Violencia contra las Mujeres. Nuevamente, tuve la oportunidad de compartir esta lectura con la gente bonita de mi comuna (Melipilla) Creo que, aunque pasen las horas, días, semanas, meses, es necesario reflexionar y luchar, porque lamentablemente, esta violencia sigue presente a través de distintas manifestaciones, en Chile y el mundo. 



" Tiro las letras, pero no escondo la mano. Otra vez estoy aquí, para contarles aquella historia que muchos no quieren escuchar: porque tienen miedo de perder sus privilegios, porque no soportan verse amenazados ante nuestras voces alzadas, porque la verdad es un espejo en el que varios no son capaces de mirarse.
Tiro las letras y, junto a ellas, mi tristeza y mi rabia profunda. Soy esa que no cree que las palabras se las lleva el viento, sino que llegan aún más lejos. Por eso, me encuentro aquí. Porque las palabras son compañeras de lucha, son gritos, son nuestras voces reunidas. Las palabras son las que hoy me invitan a recordarles la cruel realidad que día a día vivimos las mujeres.

Somos nosotras las que a diario nos vemos enfrentadas a la violencia de género, a través de insultos, humillaciones, golpes y femicidios, en los espacios privados y públicos.
Somos nosotras las que sentimos que caminar por la calle es un acto de valentía y no una situación como cualquiera, porque nunca sabemos cuándo puede venir un macho y violentarnos. Porque siempre existe la posibilidad de salir y no regresar.

Somos nosotras las que estamos condenadas a cumplir con los mandatos de esta sociedad machista, siendo madres, esposas, trabajadoras perfectas. Mujeres perfectas, por dentro y por fuera. Y si no cumplimos esto como lo ordena el sistema, se nos enjuicia hasta el cansancio.

Somos nosotras las que hemos sido calladas e ignoradas en el transcurso de la historia. Somos y estamos juntas, excepto una. Una que, al parecer, no se conmueve ni se indigna con todos los casos de violencia de género que existen en nuestro país. Una que no ha cambiado su discurso, que sigue igual y que teniendo gran poder, nos sigue agrediendo con su indiferencia y su silencio: ella se llama “Justicia Chilena” y hasta hoy me sigo preguntando si alguna vez se sumará de cuerpo entero a nuestra causa.

Somos nosotras, somos tantas. Las mujeres, las trans, travestis. De distintos pueblos, orígenes y edades. Somos todas, sin distinción, las que seguimos llenando espacios y que no volveremos a callarnos, aunque los machistas se indignen al ver que su rol omnipotente se derrumba. ¡Y que alguien se atreva a llamarme “feminazi” por arrojarles estas verdades en la cara!

Soy la que tira las letras, pero no esconde la mano. Somos nosotras, somos tantas, somos todas."


#NiUnaMenos #NuncaMás