sábado, 22 de agosto de 2020

“Amor de cuarentena”: una nueva forma de vivir el teatro en estos tiempos

 Mientras escribo, escucho una canción que me envió un antiguo amor. Hace días él se puso en contacto conmigo a través de WhatsApp y ha resultado ser una inusual compañía. Quizás, son los efectos que ha provocado esta pandemia, donde los recuerdos y las emociones parecieran ir y venir.

No, lo anterior no es un relato de un hecho de mi vida personal, aunque si nos sumamos a esta nueva dinámica teatral que les contaré, entonces podríamos decir que sí. Se trata de “Amor de cuarentena”, un proyecto de teatro sonoro que surgió a través de una productora uruguaya y que junto al dramaturgo argentino Santiago Loza dieron vida a una nueva forma de teatro que se ha ido realizando en diferentes países y Chile es uno de ellos.

Cuando supe de esta nueva propuesta, me llamó la atención esta singular manera de experimentar una historia de amor, en la que el público es quien elige con qué actor o actriz recordará la nostalgia de una relación pasada.

“Te debe resultar raro este mensaje. Ojalá que no sea inoportuno”. Así empieza un relato en el que ese antiguo amor cuenta a su receptor(a) cómo se siente en medio del contexto actual, qué es lo que recuerda de aquellos días, cómo vive su presente, entre otras sorpresas. Junto con aquella voz que te interpela y te invita a un momento donde los sentidos entran en juego, también ese(a) ex acompaña sus audios con canciones e imágenes que además son parte de la trama y que hacen que la historia se haga incluso más sólida y completa.

Tal como la vida misma, durante los catorce días que dura esta experiencia, este amor va transitando por distintas fases emocionales. Su ánimo varía y junto a él, la narración toma sentido. A veces, se muestra sensible, nostálgico y con un claro deseo de revivir la magia de una antigua relación. Otros días se nota más disperso, divertido y lleno de preguntas que (lamentablemente, lo confieso) no se le pueden responder.

Sin duda, “Amor de cuarentena” es una experiencia teatral que es el fiel reflejo de los momentos que estamos enfrentando hoy. Tal como dice ese amor, no nos podemos ver ni tocar, pero ahí estamos. De la misma forma en que este personaje nos cuenta su día a día, nosotros(as) desde el rol de receptores(as) podemos coincidir perfectamente con su sentir: hay días en los que es más difícil levantarse, otros en los que sentimos esperanza y en los que incluso tenemos ganas de bailar. Ese amor comparte su encierro, pero curiosamente es ese encierro que lo lleva a abrirse con quien lo escucha, a pesar de no esperar una respuesta.

¿Acaso se hubiese pensado en otro momento hacer llegar el teatro a través de WhatsApp? Desde hace un tiempo he leído y he escuchado a quienes sostienen que el teatro solamente es real cuando está en vivo. Sin embargo, el actual contexto que vivimos nos ha demostrado que sí hay otras maneras de crear aquella teatralidad que, personalmente, extraño muchísimo. Esta apuesta que ha sido muy exitosa a nivel internacional es capaz de generar una atmósfera que nos transporta a otros lugares, sensaciones, texturas y colores de la mano de aquella voz elegida.

La versión chilena de “Amor de cuarentena” fue estrenada el pasado 6 de agosto y hasta el momento no hay una fecha de término fijada, ya que según Escenix, esto ha sido un gran éxito. La dirección está a cargo de Manuela Oyarzún y el elenco de actores y actrices se compone por: Daniela Vega, Álvaro Rudolphy, Mariana di Girólamo, Patricia Rivadeneira, Francisco Pérez Bannen, Antonia Zegers, César Caillet  y Benjamín Vicuña.

Yo elegí a César Caillet, ya que además de admirar mucho su trabajo comparto con él algo en común: yo también tuve que estudiar otra carrera antes de lanzarme a los brazos del Teatro. Así como ven, se trata de un grupo actoral que está dejando hermosas huellas a través de sus voces. Y ustedes,  ¿a quién elegirían para vivir un “Amor de cuarentena”?

Para más información pueden visitar la página web https://escenix.cl/

 

 




Romina Anahí

Escritora

 

 

 

 

 

 

domingo, 14 de junio de 2020

Mañalich y el verdadero derrumbe del castillo de naipes



Todavía recuerdo con claridad el día en que corrió un registro audiovisual donde se pudo ver al ahora ex ministro de Salud, Jaime Mañalich, dirigiéndose a la prensa con un tono altivo y brutal, fiel reflejo de su forma de enfrentarse a lo que le rodea: “Yo te digo una cosita, conmigo no se tontea. O sea, la protección que tengo es tan fuerte… que…”

Así lo tengo presente, con una impronta de quien se sabe a salvo, como si estuviese siendo resguardado desde el mismísimo Olimpo o cualquier otra creencia que aquí se quisiera insertar. Siempre me llamó la atención especialmente esa suerte de “seguridad” con la que hablaba, con la que se dirigía a quienes se atrevían a cuestionar su gestión y sus declaraciones. Una seguridad que dejaba de ser tal para aferrarse a algo siniestro. Todo un intocable.

Una de sus últimas “frases para el bronce” fue aquella donde ya dejó de manifiesto lo que todos sabíamos, pero que desde el poder no habían sido capaces de afirmar de frente, cuando sostuvo que las supuestas fórmulas de proyección con las que se sedujo en enero se derrumbaron “como castillo de naipes”. Yo me pregunto, ¿de verdad no veía lo evidente, ex ministro? ¿En serio seguirá asegurando que nadie se lo advirtió? Y es que mientras él repetía con plena certeza sobre las felicitaciones internacionales que recibía por su desempeño como ministro, la pandemia se extendía sin tregua ni distinción, pero como el hilo siempre se corta por lo más delgado, es sabido que es el pueblo el que hasta hoy sigue pagando el costo de su arrogancia.

¿Aún seguirá pensando que la medida de cerrar las escuelas fue un grave error? Según él, esto dejó a los estudiantes sin vacunas, educación, comida ni protección. Sin embargo, si esto no se hubiese hecho, la situación sería aún peor de lo que es. Lo sostengo porque soy profesora y sé cómo es esa realidad. Además, la alimentación y turnos éticos continuaron y, con respecto a las vacunas, se debe dejar en claro que si no las recibieron antes fue porque no las hicieron llegar, al menos en la comuna donde vivo. Mis padres también son docentes y en sus trabajos coincidía la situación: al momento de llegadas las vacunas estas se pondrían, pero en ese momento ni rastro de ellas. Y sí, está claro que esta pandemia ha dejado aún más al desnudo la cruel desigualdad de Chile, pero en la continuidad de lo presencial hubiese sido aún más crítico el panorama. Mírenlo, “el protegido” escudándose a toda costa en los desprotegidos. Todo con tal de no dar el brazo a torcer.

Es más, cuando los alcaldes y alcaldesas estaban pidiendo con insistencia la cuarentena total, se empecinó en no querer escuchar y en insistir que esta medida era insensata, desproporcionada y populista. Quizás, si hubiese escuchado, hoy no estaríamos lamentando toda esta cantidad de enfermos y de muertos, pero no… era mejor jugar a ganador con la soberbia como fiel aliada.

Y no, no resultó. La “nueva normalidad” no fue más que un simulacro miserable, un chiste cruel para seguir como si nada, arrojando así a tanta gente a un abismo de incertidumbre. No volveremos a tomar café ni cerveza como en otros tiempos, ese intento por sostener una escenografía admirable ante el resto no es más que una de las tantas mentiras que nos han tratado de vender y que ahora terminó de venirse abajo.  Tampoco el virus se convirtió en una “buena persona” como lo dijo su singular pronóstico. El verdadero castillo de naipes, ex ministro, se derrumbó hace tiempo y no fue capaz de asumirlo. Se derrumbó cuando hizo oídos sordos a quienes le pusieron en alerta ante el peligro de la pandemia, cuando minimizó lo catastrófico del virus en el país y en nuestro día a día. También, cuando se dedicó a hacer alardes de su rol como ministro, jactándose de las felicitaciones ajenas, mientras que todo a su alrededor se volvía cada vez más precario y desesperante, entre enfermos, muertos y otros tantos que ni siquiera sabemos si alguna vez serán contabilizados. Ni siquiera eso se le puede creer. Se derrumbó, cuando dejó en evidencia que no era consciente del nivel de pobreza y hacinamiento existente en el país donde fue ministro de Salud.

Al final, ¿de qué sirvió tanta soberbia, si a regañadientes igual tuvo que reconocer que el telón le cayó encima, ex ministro? Entonces, vuelvo a recordar cuánto le molesta que se metan con él, mientras yo “tonteo” escribiendo estas palabras, ignorando que alguna vez él se sintió un dios de un Olimpo falso y decadente, aunque hoy quiera negarlo. ¿Dónde está esa protección tan fuerte que tenía? Quizás, saldrá a flote en el momento en que la memoria insista y porfíe, porque no sería justo que una vez afuera del ministerio se desentendiera de todo lo que provocó. ¿Acaso tendrá bajo la manga la última carta de su derrumbado castillo?



Romina Anahí
Escritora





domingo, 22 de marzo de 2020

Mientras no caiga el "Corona"


Estuve varios minutos tratando de ingresar para hacer una publicación después de varios meses. Es como si el blog me estuviese haciendo un reproche por haberlo dejado en pausa durante ese tiempo y, como verán, hoy la situación actual me mueve a escribir como no me pasaba hace un rato.

Por ahora, no pretendo extenderme demasiado, ya que quiero dejar letras para más tarde. Solo que me pasa algo en particular y sé que somos muchas, muchísimas personas sintiendo eso de alguna manera: esa sensación de incertidumbre, pero que a la vez te hace atar más de algún cabo suelto.

Qué increíble ver cómo siempre estamos ordenando todo, haciendo planes, disponiendo del tiempo y del mundo para cumplirlos, sin pensar que todo cambia repentinamente y ahí nuestra voluntad no juega rol alguno. Entonces, recordamos que somos parte de un gran relato donde no siempre nuestros actos van a dirigirse con exactitud hacia donde quisiéramos, hoy ya no es cuestión de seguir como si nada.
Hasta hace un par de semanas, me preparaba para empezar los planes de mi futuro viaje, el cual haría dentro de unos meses: ya estaba pensando lugares para recorrer, preguntando datos, incluso imaginando a qué lugares vegetarianos o pescetarianos ir en un país donde son reconocidos por preparar una de las mejores carnes. También, les escribía a mis amigas para saber cuándo nos juntaríamos al fin. Como si fuera poco, ya estaba pensando en si este año lo dedicaría a estudiar o a prepararme para hacerlo el próximo año. Todas aquellas preocupaciones y dudas se hicieron pequeñas y se acomodaron en un rincón a esperar que esto pase y no quiere decir que nuestros días se reduzcan a nada, pero hay pausas que es necesario respetar no solo desde lo individual, sino pensando también en nuestra comunidad, en quienes nos rodean. 

Ojalá el cuiquerío de este Chile decadente y en constante desgracia fuera capaz de pensar un poquito en eso y empatizar, a ver si ahora demuestran ese supuesto amor y respeto que dicen sentir por las vidas ajenas, encerrándose un rato, sin prepotencia y sin esa indolencia que caracteriza a tantos.
Yo, por mi parte, vuelco mi energía y amor en mi clan, en mi escritura y en todas esas cosas que posiblemente llegaré a aprender en estos días.

Un abrazo a la distancia, mis amores lectores