martes, 9 de enero de 2018

¿Ni machismo ni feminismo? Cuando el desconocimiento parte desde el aula

En primer lugar, quiero comenzar aclarando que no soy de las personas que critica a los(as) docentes sin tener idea de lo que significa este trabajo: soy profesora y con decepción escribo estas palabras.
Sabemos el impacto que desde hace tiempo generan las redes sociales y todo lo que en ella podemos compartir. Hoy quiero contar una situación para hacerla visible, por más vergüenza ajena que me cause. Hace poco vi que una colega compartió una imagen en un grupo de Facebook para profesores(as). Esta mostraba una clasificación de los distintos tipos de violencia machista que existen, por ejemplo: física, psicológica, sexual, económica y simbólica. ¿Dónde está la sorpresa, si deberíamos tener más que claro que estas manifestaciones violentas sí existen? Vi a docentes que, afortunadamente, tienen claro lo que significa e implica la violencia de género. Sin embargo, me encontré con comentarios de otros que me hicieron perder la esperanza en nuestra profesión. Pude leer a profesores minimizando e incluso negando la problemática e incluso a algunos burlarse. Lo más penoso fue ver a profesoras (sí, mujeres) siendo parte de aquellos que invisibilizan situaciones como estas.

Evidentemente, no expondré todos los comentarios emitidos, pero daré algunos ejemplos para que mis lectores y lectoras se hagan una idea de esto. Una profesora expuso que “tanto el machismo como el feminismo son un absurdo.” ¿Perdón? ¿Qué idea de feminismo estamos sosteniendo para tratarla como “un absurdo”, colegas? Por otra parte, docentes diciendo despectivamente que “Todo es machismo”. Si estamos regidos(as) por un sistema patriarcal, es más que obvio, aunque parece que no todos lo entienden. Asimismo, yo no pude quedar indiferente y también expresé mi opinión, planteando lo lamentable que es que personas así se dediquen a educar, no sean capaces de ver la existencia de esta violencia machista y que, además, NO TENGAN IDEA de violencia de género. Un colega se sintió aludido y me respondió (sin ser apelado ni mencionado, claramente), que él no desconoce la violencia y que incluso ha enfrentado a hombres abusadores. Un típico ejemplo del hombre que, por más que lo niegue, necesita decir algo e intentar justificarse para quedar bien, pero le resulta peor. ¿Acaso los hombres que asumen la existencia del machismo y cuestionan sus privilegios ahora quieren una medalla, agradecimientos y que los aplaudan? Cuando le hice ver que, en realidad (por más que lo negara), se sintió señalado y quería reconocimiento por su “heroico” actuar, no hizo más que empeorar. Me comentó que él es padre de una niña y “le está enseñando el tipo de hombre que debe elegir”. Sin embargo, un rato después expresó que “el problema son las feminazis”. ¿Qué tipo de educación se le puede dar a una niña predicando y practicando en una contradicción tan grande? No sé si se puede esperar que algo bueno surja desde esa formación, pero ojalá algún día esa niña pueda sacar sus propias conclusiones.

A propósito, quiero compartir una experiencia que viví hace un par de meses. Fui a un control y cuando el médico recordó que soy profesora me dijo: “La felicito, porque usted tiene un gran poder”. Me pareció tan noble, sobre todo, en una sociedad como la nuestra en la que constantemente los profesionales de otras áreas se sienten con el derecho de menospreciar nuestra labor como si la conocieran. Sin embargo, hoy por unos segundos me puse desde la otra vereda. Muchos se creen con el derecho a decir: “La culpa de que la educación esté tan mal es de los profesores” o “cualquiera puede ser profesor en Chile”. Ahora, por un rato, al leer tanto comentario ignorante de algunos colegas con respecto a la violencia de género, yo también llegué a sentirlo y, créanme, me dolió hasta llegar a la vergüenza ajena. ¿Cómo pretendemos formar una sociedad mejor y más equitativa, desconociendo conceptos tan básicos? ¿Diciendo que el machismo y el feminismo son lo mismo? Es esencial que, sobre todo en la actualidad, podamos transmitir nuestro conocimiento de la mejor manera a nuestros estudiantes en torno a estas temáticas. El problema es que, tristemente, hay docentes que no tienen idea de esto y, sin embargo, sueltan sus juicios erróneos sin pensar que estos pueden ser aprendidos por quienes educamos.


Somos profesores y profesoras, recordemos que tenemos una gran responsabilidad y “un gran poder” como me dijo aquel médico. No podemos desaprovecharlo. Si desconocemos un tema tan importante es necesario educarse al respecto. No hace falta ser un gran especialista, pero sí tener claro lo fundamental para poder pararnos dignamente frente a nuestros cursos y no mentirles. Ahora, si ni siquiera existe la voluntad ni intención de aprender, al menos que esas personas que se hacen llamar “docentes” se limiten a pasar los contenidos de su especialidad, pero sepan callar para no causar daño al hablar desde su desconocimiento. La violencia de género existe y es una realidad a la que no podemos estar ajenos. Por favor, colegas, no le demos más motivos a la sociedad para que sigan menospreciando nuestra profesión, que ya está lo suficientemente desvalorizada.