jueves, 20 de octubre de 2016

Por eso voy a contarlo

A la gente lectora que llegue hasta aquí:

Les dejo un abrazo y mis saludos y l@s invito a leer estas palabras. El relato que leerán a continuación corresponde a una lectura que realicé a viva voz, como intervención en la manifestación "Vivas nos queremos", con el motivo de alzar nuestras voces para visibilizar la violencia que cada día sufrimos las mujeres en Chile y en el mundo. 
Esta lectura la hice ayer miércoles 19 de octubre, en la Plaza de Armas de Melipilla, comuna que me vio crecer y en la que vivo, escribo y lucho actualmente. Debo decirlo: esta fue una de las lecturas más dolorosas que he realizado en mi camino de escritora, pero también de las más necesarias. Esta vez era mi voz, no la de un@ de mis personajes narradores (as) contando una historia de ficción. 
La energía y las emociones vividas aún las tengo en mis sentidos. Ver a tanta gente reunida me dio esperanza para seguir luchando por esta causa. Agradezco a todas las personas que asistieron y a quienes, después de la lectura, me abrazaron y me acompañaron, en medio de algunas inevitables lágrimas, en nombre de las que hoy ya no nos acompañan.

"Por eso voy a contarlo" 

Podría leer ante ustedes una historia bonita, de esas que tienen un final feliz y donde todos sus personajes son buenos. Podría leerles uno de mis relatos de ficción, mentirles, llevarlos por un momento a un cuento fantástico, pero no lo voy a hacer.

A quienes hoy me están escuchando, quiero contarles una historia. Me gustaría que fuese solo un invento, pero no lo es. Especialmente, a esos que nos llaman “exageradas” cuando alzamos la voz ante el maltrato. A esos que ocultan su machismo detrás de una máscara sonriente, porque tienen intereses que cuidar o porque aspiran a tener más poder del que ya tienen. A esos que justifican la violencia hacia nosotras, a quienes la normalizan y a los que además, se burlan de nuestra lucha, llamándonos “feminazis”. A esos que se sienten amenazados cuando les hablamos de violencia de género, porque les aterra la idea de perder sus privilegios.

Les quiero contar que vivo en un país donde no puedo hacer algo tan simple como caminar tranquila por la calle. No puedo, porque mi cuerpo, aunque no quiera, es de dominio público y me arriesgo a que cualquier macho se sienta con el derecho de acosarme, ya sea desde una palabra asquerosa hasta una violación o la muerte misma.
Vivo en un país donde las leyes no consideran todos los casos de violencia de género, en el que muchos se atreven a decir que la mujer es responsable del maltrato que recibe, ya sea en espacios públicos o privados.

En nuestro país, el número de femicidios sigue creciendo. En este listado, también podemos encontrar a mujeres melipillanas. Hoy, alzo estas palabras en nombre de cada una, porque ellas ya no pueden hacerlo. Hablo desde el dolor y desde la rabia, hablo desde la memoria que pide a gritos justicia y que no las olvidemos. Hablo por las que hoy no están, hablo por las que estamos y que seguimos luchando. Hablo por las que vendrán.

Quiero que llegue el día en que todas las mujeres de Chile y el mundo podamos andar tranquilas por la calle, recibiendo el respeto que merecemos. Que llegue el día en que ninguna más sea víctima de su pareja o de cualquier hombre “por el hecho de ser mujer”. Mientras tanto, mis palabras seguirán golpeando y llenando espacios, contando esta historia de violencia que lamentablemente se sigue escribiendo y que muchos aún se niegan a escuchar."

“Yo no quiero que esto quede en el olvido, por eso voy a contarlo.”


#NiUnaMenos






lunes, 17 de octubre de 2016

Porque no voy a callarme: #NiUnaMenos


A todas las personas que lleguen hasta aquí, les cuento que me propuse lo siguiente: recientemente, escribí un estado en mi Facebook, a modo de comunicado y quiero que llegue a mucha gente. Es importante, pues se trata de una realidad que muchas veces es ignorada y que yo no quiero que se menosprecie. Decidí publicarlo aquí también, ya que no todas las personas que me leen tienen acceso a mi cuenta de Facebook, pero sí pueden leerme en este espacio. Esto es lo que escribí:

"Gente lectora: Las palabras que hoy escribiré son más que necesarias. No solo para mí, sino que para tod@s, en especial, para algunos. A esos que con su desatino e ignorancia disparan expresiones como: “El concepto femicidio no existe, eso es un invento del lenguaje” o “El femicidio no existe legalmente”. A esos que no son capaces de asumirse como machistas porque tienen intereses que cuidar o una pomada que vender. A esos que predican paz, amor y espiritualidad para tod@s, pero que en la práctica son un fraude y un asco. A esos que nos llaman “feminazis” desde su ignorancia y desde su más profunda miseria humana, sin tener una minúscula idea de lo que es el feminismo e invalidando una lucha constante y fundamental para nuestra sociedad. A esos que cuestionan la forma en que se hace visible la violencia de género, queriendo seguramente que esto se haga con caricias y guantes de seda, pero que no son capaces de cuestionar el machismo por todos los daños causados. Especialmente, a ustedes, les quiero contar una historia que es verdadera, no una de mis creaciones literarias.

Este mes de octubre se cumple un año más del femicidio de Roxana Gutiérrez, una mujer que fue víctima de su ex pareja en la comuna de Melipilla. Sí, femicidio, ese es el concepto correcto, aunque a algunos no les guste y les reviente la idea de que esto se muestre como es REALMENTE. Yo trabajo todos los días con palabras, así que sé muy bien que el lenguaje crea realidades. Nadie podría decirme lo contrario.
El femicidio de Roxana ocurrió en el año 2011 y el culpable estuvo prófugo durante un año. ¿Lo sabían? Quizás, hay personas que lo recuerdan o que ahora se han enterado. Por eso escribo esto, porque no quiero que el recuerdo de esta mujer se vaya, porque quiero darle a la memoria el lugar que merece. ¿Quieren que les comente algo, gente lectora? Hace algunos meses, basándome en el femicidio de Roxana, escribí un cuento que tiene un valor muy especial para mí. Luego de pensarlo, he decidido publicar este relato y estoy preparándome para eso. Quiero que mis lectores y lectoras de Melipilla, del resto de Chile y también de otros lugares del mundo conozcan esta historia que, por cierto, no es la única que existe.

¿Acaso alguien podría sentirse “atacado” cuando escribo esto? ¡Claro que sí! Esos que destaqué en un comienzo como posibles receptores. ¿A quién podría enfurecerle que yo escriba estas verdades? A esos que son agresores y que no soportan que se les deje al descubierto. A esos que fomentan los distintos tipos de violencia, desde lo micro hasta lo macro. A esos que son cómplices y que ni siquiera son conscientes de ello. A quienes justifican el actuar de estos miserables que maltratan, que matan, diciendo: “Es que quizás qué hizo para que le pegaran/ la mataran” o “Es que ella se lo buscó” o “Es que ella se lo merecía”. Si algún lector que piensa así llega a estas palabras, quiere increparme o contradecirme, más vale que no se atreva porque no le voy a responder “con cariño ni consideración” y, además, me encargaré de hacerlo visible. De verdad, yo no sé cuál es el “problema” de la gente que piensa estas brutalidades: no sé si dudar de sus capacidades cognitivas o de su falta de voluntad al, simplemente, no estar dispuestos a entender NADA.

Callar agota y duele, gente lectora. Por eso, yo no voy a hacerlo más, aunque algunos no soporten esta idea. A todos esos imbéciles que nos llaman “feminazis”, los invito a dejar de decir esas pavadas, principalmente, en la esfera pública… ehhh… momento. Mi invitación no tendrá el efecto que busco porque esa gente no tiene capacidad de comprensión. ¡Ops! Perdón si algún aludido se ofende, pero a esos les llamo “imbéciles” “desde el sentido latino”. Se los aclaro para que “no se sientan violentados”.

¿Acaso alguien se preguntará por qué todo esto? Porque mi rol me lleva a escribir, a contar lo que a algunos les arde, pero que otras personas agradecen saber. Sí, escribo desde el dolor y desde la rabia que no existen “porque sí”. Porque, si fuera por mí, estaría narrando otras historias, pero me considero escritora mucho más allá de lo que pueda ser ficción. Ojalá que algún día pueda dejar de escribir sobre estos temas, sabiendo que todo ha terminado, pero hoy esa no es la realidad.

Al final, me quedo con lo que me da fortaleza y rescato lo que me da esperanza para seguir luchando. Me quedo con aquell@s compañer@s que cada día también se dedican a educar, a visibilizar y a enfrentar lo que concierne a estas temáticas. Me quedo con la honestidad, la visión crítica y las ganas de aprender de l@s jóvenes estudiantes que me hacen creer en las nuevas generaciones. Me quedo con la historia de Roxana y la de tantas mujeres que han tenido el mismo desenlace que ella y, realmente, espero que estas palabras lleguen lejos y no permanezcan escritas en vano."

“Yo no quiero que esto quede en el olvido, por eso voy a contarlo.”