lunes, 17 de octubre de 2016

Porque no voy a callarme: #NiUnaMenos


A todas las personas que lleguen hasta aquí, les cuento que me propuse lo siguiente: recientemente, escribí un estado en mi Facebook, a modo de comunicado y quiero que llegue a mucha gente. Es importante, pues se trata de una realidad que muchas veces es ignorada y que yo no quiero que se menosprecie. Decidí publicarlo aquí también, ya que no todas las personas que me leen tienen acceso a mi cuenta de Facebook, pero sí pueden leerme en este espacio. Esto es lo que escribí:

"Gente lectora: Las palabras que hoy escribiré son más que necesarias. No solo para mí, sino que para tod@s, en especial, para algunos. A esos que con su desatino e ignorancia disparan expresiones como: “El concepto femicidio no existe, eso es un invento del lenguaje” o “El femicidio no existe legalmente”. A esos que no son capaces de asumirse como machistas porque tienen intereses que cuidar o una pomada que vender. A esos que predican paz, amor y espiritualidad para tod@s, pero que en la práctica son un fraude y un asco. A esos que nos llaman “feminazis” desde su ignorancia y desde su más profunda miseria humana, sin tener una minúscula idea de lo que es el feminismo e invalidando una lucha constante y fundamental para nuestra sociedad. A esos que cuestionan la forma en que se hace visible la violencia de género, queriendo seguramente que esto se haga con caricias y guantes de seda, pero que no son capaces de cuestionar el machismo por todos los daños causados. Especialmente, a ustedes, les quiero contar una historia que es verdadera, no una de mis creaciones literarias.

Este mes de octubre se cumple un año más del femicidio de Roxana Gutiérrez, una mujer que fue víctima de su ex pareja en la comuna de Melipilla. Sí, femicidio, ese es el concepto correcto, aunque a algunos no les guste y les reviente la idea de que esto se muestre como es REALMENTE. Yo trabajo todos los días con palabras, así que sé muy bien que el lenguaje crea realidades. Nadie podría decirme lo contrario.
El femicidio de Roxana ocurrió en el año 2011 y el culpable estuvo prófugo durante un año. ¿Lo sabían? Quizás, hay personas que lo recuerdan o que ahora se han enterado. Por eso escribo esto, porque no quiero que el recuerdo de esta mujer se vaya, porque quiero darle a la memoria el lugar que merece. ¿Quieren que les comente algo, gente lectora? Hace algunos meses, basándome en el femicidio de Roxana, escribí un cuento que tiene un valor muy especial para mí. Luego de pensarlo, he decidido publicar este relato y estoy preparándome para eso. Quiero que mis lectores y lectoras de Melipilla, del resto de Chile y también de otros lugares del mundo conozcan esta historia que, por cierto, no es la única que existe.

¿Acaso alguien podría sentirse “atacado” cuando escribo esto? ¡Claro que sí! Esos que destaqué en un comienzo como posibles receptores. ¿A quién podría enfurecerle que yo escriba estas verdades? A esos que son agresores y que no soportan que se les deje al descubierto. A esos que fomentan los distintos tipos de violencia, desde lo micro hasta lo macro. A esos que son cómplices y que ni siquiera son conscientes de ello. A quienes justifican el actuar de estos miserables que maltratan, que matan, diciendo: “Es que quizás qué hizo para que le pegaran/ la mataran” o “Es que ella se lo buscó” o “Es que ella se lo merecía”. Si algún lector que piensa así llega a estas palabras, quiere increparme o contradecirme, más vale que no se atreva porque no le voy a responder “con cariño ni consideración” y, además, me encargaré de hacerlo visible. De verdad, yo no sé cuál es el “problema” de la gente que piensa estas brutalidades: no sé si dudar de sus capacidades cognitivas o de su falta de voluntad al, simplemente, no estar dispuestos a entender NADA.

Callar agota y duele, gente lectora. Por eso, yo no voy a hacerlo más, aunque algunos no soporten esta idea. A todos esos imbéciles que nos llaman “feminazis”, los invito a dejar de decir esas pavadas, principalmente, en la esfera pública… ehhh… momento. Mi invitación no tendrá el efecto que busco porque esa gente no tiene capacidad de comprensión. ¡Ops! Perdón si algún aludido se ofende, pero a esos les llamo “imbéciles” “desde el sentido latino”. Se los aclaro para que “no se sientan violentados”.

¿Acaso alguien se preguntará por qué todo esto? Porque mi rol me lleva a escribir, a contar lo que a algunos les arde, pero que otras personas agradecen saber. Sí, escribo desde el dolor y desde la rabia que no existen “porque sí”. Porque, si fuera por mí, estaría narrando otras historias, pero me considero escritora mucho más allá de lo que pueda ser ficción. Ojalá que algún día pueda dejar de escribir sobre estos temas, sabiendo que todo ha terminado, pero hoy esa no es la realidad.

Al final, me quedo con lo que me da fortaleza y rescato lo que me da esperanza para seguir luchando. Me quedo con aquell@s compañer@s que cada día también se dedican a educar, a visibilizar y a enfrentar lo que concierne a estas temáticas. Me quedo con la honestidad, la visión crítica y las ganas de aprender de l@s jóvenes estudiantes que me hacen creer en las nuevas generaciones. Me quedo con la historia de Roxana y la de tantas mujeres que han tenido el mismo desenlace que ella y, realmente, espero que estas palabras lleguen lejos y no permanezcan escritas en vano."

“Yo no quiero que esto quede en el olvido, por eso voy a contarlo.”







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