miércoles, 17 de febrero de 2016

Letras del (re)inicio // Modo experimental //

Supongamos que, en medio de estas letras, distintas personas llegan a leer. Si me entero de que así es, seguro que se me va a escapar más de una sonrisa, voy a sentir una emoción inexacta y mis ganas van a llevarme hacia una especie de celebración: un trocito de chocolate, un brebaje etílico o un baile frente al espejo. Cualquier alternativa es válida y, quizás, podría agregar otras mejores.
Mientras voy soltando estas palabras, trato de no cometer uno de mis pecados imperdonables: pensar demasiado, hasta el punto de llegar a frenar más de alguna acción mía. No quiero pensar en las consecuencias, tal vez, mejor idea es echárselas a otro lado, no sé bien si importa dónde. Siento como si estuviera corriendo, al mismo tiempo que sigo un ritmo que no tengo muy claro, pero que es el que hay, por ahora.
No quiero imaginarme reacciones antes de lo esperado. Es que muchas veces ya he caído en ese mal juego: anticiparme a los hechos, aferrarme a una sinopsis que muchas veces no es parte del panorama real.  Ya no quiero, no quiero apegarme a eso. Ya no es el momento y tampoco están las ganas.

Supongamos que, finalmente, estas letras toman fuerza y comienzan a hacer un recorrido que no sabe de fronteras ni límite alguno. Eso sí que me gusta creerlo y sería bonito dibujarlo. Recuerdo que una vez alguien dijo que esto de escribir es como un “striptease”. Yo creo que es lo (in)cierto, me sumo a aquello. Incluso, me acuerdo de aquellas jornadas otoñales y primaverales, rodeada de otros personajes que viven en la escritura. Cada vez que me correspondía compartir algún escrito con ellos, les decía lo difícil que me resultaba, que era como desnudarse frente a un grupo de desconocidos. Sin embargo, aquí voy, otra vez. Vuelvo a desnudarme, sin saber bien ante qué espectadores. No busco aplausos, precisamente. Ustedes dirán.


Romina Anahí

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